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La Santa “Erótica”

Una de las más “espectaculares” y famosas obras de Gian Lorenzo Bernini es “La estasis de Santa Teresa”. Realizada entre 1647 y 1652, esta obra era dedicada a Teresa de Ávila, religiosa y mística española, vivió en el 500 y fue santificada el 1622.

Esta obra maestra del arte barroca se encuentra en Sant Maria de la Victoria, en el transepto de la izquierda en el interno de la Capilla Cornaro. Allí, esculpió los componentes de la familia Cornaro (comitentes de la obra), asomados por palcos laterales, como si fueran en un teatro, que admiran atentos la estatua de la Santa, colocada en posición central y elevada como si hubiera un palco escénico. Una luz dorada “llueve” sobre las dos figuras del grupo escultórico: el ángel y la Santa. Esta última se abandona a la estasis mística después de ser perforada en el corazón por el dardo del ángel. Una sensualidad muy fuerte se distingue por la cara, casi inconsciente, de Teresa que se hace incendiar totalmente de amor divino bajo la mirada lánguida del ángel que la observa, mirándola desde alto. El claroscuro, oportunamente estudiado por Bernini entra la luz que penetraba desde una ventana abierta en la cúpula de la Capilla, confiere al complexo un impacto escenográfico importante. Esta obra, cuando vio la luz, fue fuertemente criticada: demasiado símil el estado de estasis de la Santa a la descripción de un órgano sexual. Pero muchos estudiosos han apoyado Gian Lorenzo Bernini, además muy religioso, se haya limitado en “traducir” sobre la piedra lo que dijo la Santa en su autobiografía. Bernini transformó la unión con Dios de la mística española a su “casi” desmallo, en una obra maestra inmortal que también él consideraba su obra mejor echa (“men cattiva opera”). También esta obra maestra de arte nos hace comprender una cosa muy importante sobre Bernini muchas veces olvidada. El artista napolitano no fue solo un extraordinario escultor y un óptimo arquitecto, pero también un fantástico escenógrafo, dotado de una notable “sensibilidad” teatral, sensibilidad que demostró sobre toda la Capilla Cornaro. No fue la sensibilidad de la estatua que impidió que impidió de ser colocada en una iglesia mas importante. De hecho, Santa Maria de la Victoria, edificada algún año antes, no era una de las iglesias importantes de Roma. La motivación de su colocación se encuentra en otras partes. El Bernini “cajo” artísticamente en desgracia cuando, Inocencio X llegó a ser papa, en 1644, papa Pamphili. Su preferencia fue Francesco Borromini y nuestro autor fue relegado al margen. Cuando se le fue comisionada esta obra, por lo tanto, la concibió como trampolín. Sabía que no tenía y podía equivocarse. Tenía que superarse. Y de hecho fue así. 

 

Giuseppe Rosselli

 

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