Entre sus obras hay una que puede ser, por motivaciones que veremos, considerada un punto de inflexión en la escultura barroca. ¡Y pensar que no es tanto menos entre las obras más famosas! Estamos hablando de la fuente del Tritón que se encuentra en la plaza Barberini, plaza desde donde empieza la famosísima calle Véneto. Esta fuente, muchas veces subestimada injustamente da los turistas que le pasan cerca poco atentos, vio la luz entre el fin del 1642 y el principio del año siguiente y fue comisionada por el Papa Urbano VIII, aquel Maffeo Barberini que, algunos años antes se hizo construir un lujoso palacio que todavía ahora se coloca de frente la plaza. Construida enteramente en travertino, esta esta constituida por una bañera que se encuentra a altura del suelo, encima hay 4 delfines que emergen desde el agua con la boca abierta y sostienen, con sus colas cruzadas, una grande concha. Esta concha es abierta y, encima, está sentado Tritón; plástica es la postura de esta divinidad marina, con el tronco potente y las piernas escamadas, que reclina la cabeza atrás soplando dentro una pequeña concha que coge con las potentes manos. Desde esta pequeña concha sale un chorro de agua. La fuente tiene dimensiones verdaderamente notables; supera los 6 metros de altura y la bañera tiene un diámetro de 14 metros. El protagonista de la fuente, como hemos dicho, es Tritón, una divinidad del mar, hijo de Poseidón (Neptuno para los Romanos) y de Anfitrite, una nereida. El, desde el impero belicoso y violento, llevaba siempre con el su mítico cuerno, echo con una concha, el ruido servía para calmar las tormentas y anunciar la llegada del potente padre. En esta fuente el Bernini reanuda un tema clásico: la divinidad marina que emerge del agua y con su cuerno comunica al mundo el triunfo de los Dioses. Con un querido paralelismo con el mundo clásico, el Tritón de nuestro escultor parece salir del agua para anunciar el triunfo del Pontífice y de su familia; no se tiene que subvaluar que, entre las colas de los delfines, hay esculpidas tres abejas, el símbolo heráldico de los Barberini. Tritón venia refigurado, tanto en las esculturas clásicas como en las sucesivas, con la mitad superior del cuerpo de humano y la mitad inferior de pez; las formas, pero eran más monstruosas de las de la fuente del Bernini. El Tritón del Bernini comunica fuerza y elegancia. Si observamos bien esta espectacular obre notamos una particularidad que nunca hemos podido encontrar en una fuente construida anteriormente. La base del grupo escultórico es hueca, no tenemos un pilar donde se apoya la entera escultura, pero el espacio entre las colas de los delfines es vacío. Esta innovación cambiará para siempre el arte escultórica. En este modo el artista obtenía 2 resultados claramente de grande relevancia. Confería a la escultura grande elegancia, haciéndola parecer, a los ojos del observador, ligera y dinámica al mismo tiempo. Le daba, podemos decir, casi una dinámica importante hacia arriba. El sentido de opresión que normalmente se prueba delante a obras demasiado poderosas aquí deja el paso a la armonía de las formas. Después, gracias a esta invención técnica, se mete en muestra toda su bravura, dejando espacio a un verdadero virtuosismo artístico en cuanto, lograr a dar, sin un basamento central, estabilidad a la obra no era seguramente fácil. Además, lógicamente, a las objetivas dificultades en el esculpir en esta manera. Así que venían exaltadas algunas connotaciones basilares del carácter y de la personalidad de Gian Lorenzo Bernini: su genialidad y una grande conciencia de sus proprio extraordinarias capacidades. No tenía miedo a innovar y de dar liberar sus intuiciones. Un genio.     

Giuseppe Rosselli