La Nina con La Paloma

Una de las estatuas más conocida de los Museos Capitolini es sin duda ‘La niña con la paloma’. Estos museos representan la colección de esculturas clásicas mas grande en el mundo, pero están también considerados la estructura museística existente más antigua. También si su inauguración al publico fue durante el papado de Clemente XII, al principio del siglo XVIII, exactamente en 1734 ( ya esto representa un récord mundial porque por ejemplo si se piensa en el Louvre que abrió solamente en 1793), el nacimiento de esta institución se hace rastrear al 1471, año en el que Papa Sisto IV donó a la ciudad los bronces del Laterano.

Así nacieron los Museos Capitolini así llamados porque están situados sobre el Colle Capitolino (en otro texto nos hablaremos de manera más exhaustiva de este colle). Ahora nos vamos analizar una de sus obras más particulares y conocidas ‘La niña con la paloma’. Esta estatua toma el nombre del Palacio Nuevo que esta dedicado a las palomas y que junto a lo de los Conservatori, acoge el museo. En realidad estos aves no son el tema recurrente de las obras que se encuentran en la sala (llamada por lo tanto ‘Sala de las palomas’) también si las dos obras más importantes que están allí son la ‘La niña con la paloma’ y el famoso ‘Mosaico de las palomas’. Sin embargo, es la obra que estamos tratando a tomar la mayoría de la atención porque esta puesta en el centro de la sala por un lado para atraer la atención de los visitadores por el otro para exaltar su importancia, de hecho cerca de la obra no esta ninguna otra estatua. ‘La niña con la paloma’ es alta 92 cm y se encuentra en centro de la sala sobre un pedestal de piedra. Fue construida con mármol lunense o sea lo que hoy en día llamamos mármol de Carrara; es un tipo de mármol brillante, de color blanco cándido, muy uniforme que puede tener reflejos dorados. El termine ‘lunense’ viene de la ciudad de Luni, el más importante centro de extracción de este mármol, cerca de allí en los siglos siguientes nació la actual ciudad de Carrara. Pero ahora volvemos a nuestra obra: ella representa una niña en pie, que lleva un ‘chitone’ y una capa (ropas típicas de los antiguos vestidos griegos) y que con su brazo izquierdo toma estrecha en el pecho una paloma. El acto es de natura protectora. La niña mira atrás y ve con estupor un serpiente, así por instinto defiende la paloma sin tener miedo; su rastro expresa armonía y tranquilidad tan que su inocencia y la falta de malicia, que son típicas de la niñez, no hicieran predecir el peligro.  La obra parece que quiere expresar todo esto y el hecho que llegó hasta nosotros casi integras acentúa su belleza. Solamente el serpiente fue restaurado en época moderna. Esta obra de arte romana es probablemente del inicio del siglo II d.C. (puede ser en época de Traiano) y es una copia de un original griego del periodo helenístico. El arte helenístico se desarrolló con una considerable atención por todo lo que se refería a la vida cotidiana, y de manera más específica por todo lo que se relacionaba con el mundo de los niños, a sus juegos y sus intereses. La estatua de ‘La niña con la paloma’, que hacia parte de la colección privada del cardenal Albani, fue comprada por los Museos Capitolini en 1733 y fue puesta en la misma sala en la que se encuentra hoy. Solo desde el 1830 hasta el 1945 fue puesta en una otra sala no tan lejana de la hoy, la sala se llamaba ‘Galata Morente’. Todavía hacemos una pequeña observación sobre el aves que junto a la niña es el protagonista de esta obra de arte. El mira antes inconsciente del peligro inminente. La paloma parece ser la perfecta compañera de juegos de la niña; además es símbolo de pureza y de delicadeza de hecho era un sujeto muy caro a las esculturas clásicas, y frecuentemente era presente sobre los estelos fúnebres de los niños y no solo. Por ultimo, no olvidamos que, según Omero, Zeus ( Jupiter para los romanos) el rey de los dioses, cuando era pequeño fue nutrido por dos palomas y que esto ave era consagrado a Afrodita (Venus para los romanos), diosa de la belleza y del amor. También los dioses amaban la paloma…… 

 

Giuseppe Rosselli

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