Raffaello y el Profeta

Si se entra en la maravillosa basílica de Sant’Agostino, iglesia del 400 situada en proximidad de Plaza Navona, y se mira en dirección del tercero pilar de izquierda del pasillo central, se puede ver, sobre el grupo de esculturas de Andrea Sansovino ( que representa Sant’Anna, la Virgen y Jesus), un magnifico fresco de Raffaello Sanzio. El artista de Urbino, unos de los más grandes genios de la historia de la pintura, trabajo en esta iglesia, ya que le fue encargado, por un importante prelado, un fresco que trata la imagen del profeta Isaia.

Esto personaje, unos de los mayores profetas bíblicos, fue entre los sujetos más inmortalizados en las pinturas y en los frescos del Renacimiento. También el gran Raffaello trabajo mucho para pintarlo y no solo una vez. Esta obra, que es un fresco de 2,50 metros de altura y 1,55 metros de anchura, representa la obra de Raffaello que ce acerca más al estelo de Michelangelo, casi como si fuera un homenaje para su gran rival que al mismo tiempo estimaba muchísimo. Parece que Michelangelo correspondía la estima. Fue pintada entre el 1511 y 1512, después haber terminado la Stanza della Segnatura en los palacios Vaticani, esta obra fue realizada cuando Raffaello toque el ápice de su fama y su técnica pictórica ya había logrado la perfección estilística. Todo el mundo quería los servicios de Sanzio que por eso se hacia pagar mucho para su trabajo. Según una curiosa anécdota el mismo Michelangelo, genio inmortal que tenia un talento infinito, admiro esto fresco. El prelado luxemburguesa, Johan Goritz, que había comisionado esta obra, hablando con Buonarroti, se quejo de el numero exorbitante de dinero que el artista de Urbino le había pedido. La respuesta del maestro del Renacimiento, siempre muy punzante y directo, fue que el dinero pedido cubría solo la rodilla de Isaia. Puede ser que le genial Michelangelo vio en esto fresco una obra de arte muy cerca a su estilo. De hecho las referencias de Raffaello Sanzio a los profetas pintados por el artista toscano en la Cappella Sistina es más que evidente. Isaia esta inmortalizado sentado sobre un trono apenas visible. Desenrolla, con sus poderosos brazos un pergamino mientras mira a la derecha y gira el busto ligeramente a su izquierda. Esto contraste dinámico, exalta y acentúa la fuerza del profeta que parece desprender toda su energía también a través los poderosos brazos y la postura de la pierda de izquierda. La pierna, ligeramente descubierta, parece empujar la gigante figura a levantarse con un movimiento de pura potencia. Una sensación parecida se siente cuando se ve el Mosè que Michelangelo empezó a esculpir solo el año siguiente en el que esto fresco fue completamente terminado. Y no esta seguro que Buonarroti en su escultura no fue influenciado por eso, al contrario están más de uno estudioso de arte que piensa que la idea de plegar la pierna de izquierda de Mosè para ‘empujar’ a levantarse, fue ideada por la Isaia de Raffaello. La túnica celeste y la capa de color oro sobre la pierna derecha son una expresa llamada a los profetas de la Cappella Sistina, un homenaje muy evidente que Raffaello quiso hacer verso el genio toscano. En cambio no se encuentra referencias a Michelangelo es sin duda el rostro del profeta. La ira, la severidad y la austeridad típicos de los rostros de los personajes del Buonarroti que son estrictos y dan miedo, dejan el paso a la delicadeza y dulzura de los rastros proprio de Raffaello. Una demostración evidente de las característica totalmente distintos. 

 

Giuseppe Rosselli

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